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RAFAEL GUARÍN
Publicado en www.arcoiris.com.co
14 de febrero de 2012
El exministro Humberto de la Calle dijo este fin de
semana que "Una cosa es lo que las Farc dicen en público y otra cosa es lo
que se habla en la mesa de diálogo". Esto provoca varias reflexiones:
La obvia: que las FARC tienen un doble discurso.
Uno fuerte, radical, extremista, populista, demagógico y orientado a conquistar
mentes y corazones empleando los medios de comunicación al máximo. Casi todos
los días presentan un comunicado, despliegan un complejo entramado de información
con redes sociales y diversas páginas web, elaboran videos, dan entrevistas y
repiten su discurso una y otras vez.
Si bien pueden afanarse en la propaganda, que es lo
que en el fondo sugiere De La Calle, sería equivocado pensar que eso es todo. Objetivamente
no es fácil convencerse de lo que quiere vender el gobierno: que hay dos
discursos antagónicos y dos agendas de las FARC, una aparentemente
limitada, realista, acotada, sensata, que apuesta al Acuerdo de Paz rápidamente,
mientras en los micrófonos presentan la otra donde se desatan con una cantidad
de propuestas que desbordan de lejos el primer punto de la agenda.
Es comprensible que el grupo busque simpatías en
los ciudadanos y procure legitimarse nacional e internacionalmente. Cualquier
colectivo con esas características lo haría. Las FARC se sienten sofocadas con
la acusación de terroristas y narcotraficantes y creen que eso las ayuda a
sacudirse. Lo necesitan con urgencia, sea para continuar su acción violenta o
para dejar las armas. ¡Lo saben!
Pero lo que no es claro es que exista tal asimetría
entre lo que dicen ante las Cámaras y lo que plantean en la mesa. Son varias
las razones por las que dudo de la precisión del vocero del gobierno. Veamos:
Implicaría que las FARC posan de halcones en
público mientras son palomas en privado. En otras palabras, que los delegados
de las FARC ya renunciaron a sus reivindicaciones y que están dramatizando para
mostrar que la negociación es difícil, pero que todo en realidad es una
pantomima que disfraza su disposición a aceptar lo que se les ofrezca. Esa
posibilidad, me perdonan, hoy no existe, pero era lo que iba a ocurrir si el
gobierno Santos en vez de repudiar la Política de Seguridad Democrática la
hubiera profundizado y renovado.
Nada indica hasta ahora que se haya doblegado la
voluntad de lucha de las FARC cuya consecuencia obligada es la decisión de
abandonar la violencia y deponer las armas. Por el contrario, las estadísticas
del gobierno en materia de sus acciones, la información de los organismos de
inteligencia, las declaraciones públicas del grupo y el contexto, máximo
indican que la guerrilla le mide el aceite al Estado para saber hasta dónde
está dispuesto a ceder a sus pretensiones. De eso depende todo.
Además, el doble discurso lleva a las FARC a correr
un gran riesgo: un Acuerdo de Paz que no recoja los aspectos substanciales se
reduciría a un sometimiento a la justicia, cuestión que dicen repugnar y a la
cual no tendrían que sujetarse, menos cuando pactaron con el propio gobierno
una agenda que les ha dado ilegítimamente una dimensión de reformadores del
Estado, la economía y la vida en sociedad.
Constituiría además una "entrega" que no
cabe en la narrativa de las FARC ni con la etapa actual de la guerra irregular,
menos aún con los estímulos que encuentran en las señales de debilidad de su
oponente de turno: Santos.
Si es sólo discurso dirigido a sus militantes, como
lo señalan algunos “analistas”, en vez de ayudar a mantener la cohesión
conspiraría contra ella promoviendo decepción y desengaño en sus filas, igual
pasaría respecto a sus seguidores, para no hablar de la izquierda radical. Es
darle munición a quienes pretendieran disentir y continuar en la violencia, a
menos que su decisión sea simular una ficticia división para desmovilizar una
parte con beneficios políticos, a la vez que contar un aparato armado, cosa que
no se puede descartar.
No es creíble, tampoco, porque al menos han
presentado 78 propuestas para el primer punto de la agenda que obedecen a un
marco conceptual claro y a una estrategia de continuar la búsqueda de sus
objetivos, imponiendo a través del diálogo lo que no fueron capaces por la
fuerza. Propuestas que han centrado las intervenciones recientes del grupo
terrorista. Quien revise las entrevistas, ruedas de prensa, comunicados y
declaraciones de las FARC todas reflejan disciplina en el mensaje.
Por mi experiencia directa y estudio de estos temas
no soy de quienes creen que las FARC están divididas, por el contrario, creo
que están cohesionadas alrededor del Plan Estratégico al cual no han renunciado
y que sigue guiando su accionar político y violento para la toma del poder. Por
eso, distinguiendo sus facetas de engaño, simulación, mentira y astucia, a la
guerrilla hay que tomarla en serio.
*Exviceministro de Defensa.
Máster en Análisis y Prevención del Terrorismo.
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