RAFAEL GUARÍN
La encuesta de IPSOS - Napoleón Franco publicada hace un par de
días se anunció por la mayoría de los medios de comunicación de la siguiente
forma: “El 77% de los colombianos aprueba inicio de diálogos de paz”.
Y en efecto, a la pregunta: ¿Y usted personalmente aprueba o
desaprueba la decisión del Presidente Santos de adelantar negociaciones con la
guerrilla para buscar la paz? la encuesta de IPSOS registra que el 77% la aprueba.
Pero el titular de los medios si bien registra la respuesta
a la pregunta desconoce los demás datos que aporta la encuesta y que demuestran
que ese 77% está lejos de ser aprobación incondicional a los diálogos con las
FARC y menos que los colombianos crean que el diálogo va a conseguir la
desmovilización del grupo terrorista. Estos son los argumentos:
Sólo el 54% se siente optimista de que el diálogo entre el
gobierno del Presidente Santos y las FARC logrará un acuerdo de paz y la
desmovilización del grupo. El 41% es pesimista de que eso se consiga con el
diálogo.
Los estratos altos (5 y 6) son los más entusiastas en apoyar
el diálogo pero a la vez son los más pesimistas: 46%, 5% más que el promedio.
A su vez el 46% de quienes votaron en la segunda vuelta
presidencial por Juan Manuel Santos son pesimistas que se consiga un acuerdo de
paz y la desmovilización de las FARC a través del diálogo. Entonces, pasamos de una aprobación de 77% al diálogo a solo
54% de optimismo sobre que este cumpla el objetivo que se propone.
Pero la aprobación del diálogo no significa lo que algunos
suponen. El 57% de los colombianos creen que el ejército puede derrotar
militarmente a las FARC. El alto nivel de aprobación del diálogo no implica que el país haya dejado de creer en la eficacia y conveniencia del ejercicio
legítimo de las fuerza contra las guerrillas.
Algo que pone aún más en evidencia la superficialidad de
quienes aducen que los diálogos son un anhelo nacional y que el país se volcó a apoyarlo es que el 52% de los
colombianos consideran que las FARC “realmente no tiene voluntad de paz”.
Y
peor aún, ese mismo porcentaje cree que los “diálogos son un mecanismo de
distracción para fortalecerse militarmente”. ¿Por qué los medios de
comunicación no comentan suficientemente esto?
Pero hay más. El 47% únicamente está de acuerdo con que “se
negocie en medio del conflicto” lo que resalta la fragilidad del apoyo al
diálogo ante escaladas de acciones terroristas de FARC.
Ahora, si bien el 77% aprueban los diálogos el 68% no está
de acuerdo con “Que sean perdonados los delitos de los guerrilleros que
actualmente están combatiendo, si dejan las armas, aún si eso significa que
se corre el riesgo de que se rompan los diálogos”.
El 72% aún si se corre el riesgo de que se rompan los
diálogos está en desacuerdo que los líderes de la guerrilla “puedan
participar en política y presentarse como candidatos a elecciones populares”.
Y el 78% de los colombianos rechazan que los líderes
terroristas “no paguen cárcel, sin importar el tipo de delito que hayan
cometido”, sin importar si esto rompe los diálogos. El rechazo a la impunidad
es superior al apoyo a los diálogos.
El rechazo aumenta a 80% cuando se pregunta a los
colombianos sobre si los “guerrilleros actualmente están en cárceles
colombianas o en el exterior, por cualquier delito, sean liberados”.
Observaciones:
La aprobación a los diálogos no es más que la disposición de
los ciudadanos a un anhelo compartido de paz. La paz y el diálogo para buscarlo
por supuesto que son preferibles a la continuidad de la violencia y a mantener
los grandes sacrificios que en vidas humanas y recursos conlleva continuar
enfrentando militarmente a los terroristas. Pero no es más. Es sólo disposición
que puede convertirse en voluntad política real si los hechos consiguen en el
proceso superar el escepticismo y desconfianza hacia las guerrillas. Si no es
así, la disposición a dialogar rápidamente se convertirá en rechazo activo a
las FARC y, si Santos no es hábil, en reproche activo al gobierno.
Los colombianos anhelan la paz, pero una PAZ JUSTA: Sin impunidad, sin elegibilidad y sin excarcelación de criminales de lesa humanidad y de guerra. Una PAZ JUSTA que respete los derechos de las víctimas.
Los colombianos anhelan la paz, pero una PAZ JUSTA: Sin impunidad, sin elegibilidad y sin excarcelación de criminales de lesa humanidad y de guerra. Una PAZ JUSTA que respete los derechos de las víctimas.
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