viernes, febrero 09, 2007

BENEFICIARIOS DEL TERROR

Published on Tue, Feb. 09, 2007, Nuevo Herald, El (Miami, FL)
Congreso de Colombia - Foto tomada de www.semana.com

RAFAEL GUARIN


Hasta ahora las investigaciones judiciales contra más de una decena de parlamentarios por relaciones con las autodefensas y el relato de Salvatore Mancuso sobre connivencia con militares, son las primeras verdades históricas producidas con la aplicación de la ley de justicia y paz. Las revelaciones comprueban la simpatía de la extrema derecha con el paramilitarismo y describen el respaldo de parte de la elite nacional y regional a la violencia.

En el marco de la ''combinación de todas las formas de lucha'', vínculos similares se dieron entre políticos y dirigentes de izquierda con grupos subversivos. En ésta se inscriben los eventos electorales como ''lucha de masas'' (Cese el Fuego - Jacobo Arenas), los esfuerzos por capturar instancias estatales e incidir en la elección de políticos adeptos. También el montaje de aparatos propagandísticos y la utilización de movimientos sociales.

Esto lo corroboran miembros de la izquierda democrática. Recientemente, León Valencia, analista y exguerrillero, señaló que ''en los años ochenta, la mayoría de la izquierda compartía los postulados de la guerrilla, hacía reuniones con ella, concertaba acciones sociales y políticas con su dirigencia, celebraba sus victorias militares en la confrontación con el Estado y no reparaba en los atropellos que en muchas ocasiones se cometían contra la población civil''. Y en uno de sus libros el académico de izquierda, Alejo Vargas, indicó que en años precedentes ''las relaciones de la guerrilla con los movimientos sociales'' se caracterizaron por ``la interdependencia''.

Esa sutil treta entre lo legal y lo ilegal se mantiene. Según las FARC, algunas de las multitudinarias marchas de protesta durante el gobierno de Pastrana tienen su rúbrica. Pero más interesante es que en mayo del 2006 el grupo armado confesara tener trabajando a ''personalidades'' en la conformación de un nuevo gobierno clandestino, ``integrado por 12 colombianos representantes de todas las regiones del país y de todos los sectores''.

Fue la época en que las FARC y el ELN convocaron a las fuerzas políticas contrarias a Alvaro Uribe a hacer un frente común. Ningún político de la oposición condenó el origen de la propuesta. El mismo silencio se presentó en noviembre pasado cuando las FARC calificaron de ''compañeros'' a los miembros de la dirección nacional del Polo Democrático Alternativo, dieron explicaciones sobre muertes ocurridas en Norte de Santander e hicieron saber su voluntad de reunirse con delegados de esa organización política para aclarar cualquier situación.

Aunque no se puede generalizar, ni señalar un partido político en particular, los ataques a la población civil de farianos y elenos, las masacres, secuestros, el reclutamiento de niños, el asesinato de policías y soldados, los atentados terroristas, el narcotráfico y el desplazamiento forzado, han contado con la complicidad de algunos políticos y personalidades de izquierda.

A menos de que se piense que por ser individuos camuflados en la izquierda democrática tales relaciones no son criminales, o que obedecen a propósitos altruistas, caben muchos interrogantes: ¿Quiénes son las personalidades amigas de las FARC y los 12 que hacen parte del pretendido gobierno clandestino? ¿Qué hubiera pasado si explicaciones semejantes fueran otorgadas por las AUC a los partidos tradicionales? ¿Por qué el Polo no rechaza el amistoso trato de las FARC? ¿O es que en realidad hay algún ''compañero'' en su dirección?

Se dice que exigir la verdad sobre las relaciones entre políticos y guerrillas es caer en el juego de extender la culpabilidad a todos, para concluir que cuando todos son culpables nadie es culpable. Parece que ese argumento replica hábilmente la maniobra que critica para evadir responsabilidades o tapar que en los partidos de oposición hay serios cuestionamientos por amancebamientos con el crimen.

Siguiendo al columnista Fernando Garavito: Tirofijo es igual que Castaño y Mancuso igual que Jojoy. Hay que añadir: tampoco existe diferencia entre políticos socios de los paramilitares y de los guerrilleros. Ambos son beneficiarios del terror.

Una verdad a medias no es verdad. La verdad que se reclama es sobre todos los que han participado de una u otra forma en la confrontación armada. Así como se demanda que políticos y militares corruptos, socios del narcotráfico y el paramilitarismo, se condenen, de idéntica manera los políticos involucrados con las guerrillas deben responder ante la justicia. Finalmente, son el mismo mal.

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