Cultivos de coca en el sur de Colombia. Foto: Rafael Guarín. 2011. |
RAFAEL GUARÍN*
Publicado 15 de febrero de 2013
EL NUEVO HERALD. Miami.
Semana.com
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La captura de algunos capos en
los últimos meses ha servido para disimular el gigantesco retroceso en la lucha
contra el narcotráfico en Colombia. Mientras la retórica oficial subraya como
principal objetivo la persecución del cultivo, procesamiento y tráfico de
estupefacientes, la realidad es que se ha venido debilitando la acción contra
las drogas.
En el plano internacional el
gobierno de Juan Manuel Santos, en alineación perfecta con su “nuevo mejor
amigo” Hugo Chávez, los Castro y el ALBA, se convirtió en auspiciador del
desmonte de la política prohibicionista estadounidense, como se reflejó en la
pasada Cumbre de las Américas.
Esa actitud internamente se ha
manifestado con efectos graves. Por ejemplo, la Oficina de Naciones Unidas
contra la Droga y el Delito estableció que a diciembre de 2011 las hectáreas
sembradas de coca aumentaron hasta llegar a 64.000, 2.000 más que el año
anterior, circunstancia que rompió con la disminución que se registraba de
forma constante durante los últimos 5 años. La coca ha vuelto a zonas de las
que se le había desalojado como la Macarena y está colonizando parques
naturales y resguardos indígenas. Esos indicadores serían suficientes para encender
las alarmas de cualquier gobierno y empujarlo a revisar y fortalecer las
acciones orientadas a eliminar los cultivos.
Sucedió lo contrario. En 2010 se
erradicaron manualmente 43.792 hectáreas de coca, en 2011 descendieron 19,6% a
35.203, debido principalmente a problemas de orden administrativo y financiero,
que se superaron para el año siguiente. No obstante, de acuerdo a estadísticas
que se mantienen ocultas por el gobierno, en 2012 descendió 30.4% respecto a
2010, reduciéndose el número de hectáreas limpiadas a 30.486. Todo esto a pesar
que en 2012 se contaba con recursos para contratar 100 grupos de erradicación,
pero solo se utilizaron en promedio 40.
La aspersión aérea que se hace
con apoyo de Estados Unidos también sufrió un fuerte descenso. Según datos de
la Policía en 2012 se asperjaron 2753 hectáreas menos que en 2011, año en que
se lograron 103.302.
La política de erradicación se
debilitó precisamente cuando las FARC exigen que desaparezca. En total,
respecto a 2010 se han dejado de erradicar manualmente cerca de 21.895
hectáreas, para no comparar con 2008 en el que se alcanzaron 96.008 o en 2009
donde fueron 60.557. Cada hectárea produce en promedio 7.5 kilos de pasta de
coca anualmente, dependiendo la región, lo que significa que las hectáreas no
erradicadas equivalen potencialmente a 164.212 kilos, una fuente enorme de
riqueza para los grupos ilegales: más de 164 millones 540 mil dólares, a precio
2011, en el sitio de producción.
En este desastre ha influido la
férrea defensa de los cultivos por parte de las FARC, el empleo de francotiradores
y minas antipersonales, al igual que el conocimiento de la guerrilla del Plan
de Erradicación que le permite con actos terroristas distraer y dispersar las
tropas que deben brindar apoyo. La situación ha sido tan delicada que las FARC literalmente
han sacado de Putumayo y Catatumbo, fronteras con Ecuador y Venezuela, a
militares y policías que intentan erradicar.
Aunque lo determinante ha sido la
negligencia gubernamental y los permanentes conflictos internos. El Ejército se
excusa en que es tarea de la Policía y redujo las tropas para la erradicación.
Y la Policía no destina suficientes unidades especializadas, lo que hace más
vulnerable esa actividad. A eso se debe sumar la ausencia de estrategia, la falta
de coordinación interinstitucional, el cero liderazgo presidencial en el tema y
la pésima gestión y seguimiento del resto de autoridades civiles.
Lo peor es que el gobierno conoce
la dimensión del problema, esconde las cifras, no toma correctivos sino que curiosamente
complica las cosas. Redujo para 2013 el presupuesto de la Unidad de
Consolidación de cerca de 39 millones de dólares para la erradicación a algo
más de 29 millones para 2013. Y el puesto de mando unificado creado en 2011 para
adoptar y ejecutar de forma sincronizada la estrategia de combate a los
cultivos ilícitos, con generales y las más altas autoridades civiles, terminó
en manos de sargentos y asesores de tercer nivel. ¿Qué es lo que pasa?
Colombia venía siendo un ejemplo
de éxito en la lucha contra las drogas, ahora, si el gobierno Santos no
corrige, puede serlo de cómo no se debe retroceder.
*Exviceministro de Defensa de
Colombia
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