El ELN y las FARC asesinaron el pasado lunes tres soldados e hirieron dos más en acciones en Arauca, Antioquia y Santander.
La escalada de la guerrilla continúa bajo la consigna de conseguir que el gobierno y la sociedad colombiana acepten un cese bilateral de hostilidades, esto es, que se detengan las operaciones militares y los operativos de policía a lo largo y ancho del territorio nacional.
Luego del cese unilateral en el que efectivamente la guerrilla de las FARC redujo drásticamente sus acciones contra la fuerza pública y la infraestructura, el grupo desató una ofensiva violenta que ha cobrado la vida de integrantes de la fuerza pública y civiles.
La reducción de acciones era necesaria para legitimar la actual escalada con el argumento de que es el gobierno el que no quiere la paz y las voces que en la sociedad rechazan esa pretensión.
Por su parte el ELN, animado por las concesiones conseguidas por las FARC en el proceso de paz, como el Marco Jurídico para la Paz y el reconocimiento como grupo político alzado en armas que le dio el gobierno, se propuso elevar sus acciones para mostrar que la paz no se puede concretar sin que se cuente con dicha estructura terrorista.
Al secuestro de empleados de una multinacional y de dos alemanes, el grupo arrecia con acciones contra la fuerza pública.
En el marco de ese juego macabro el ELN asesinó en la vereda Baldío del municipio de Amalfi en Antioquia a dos soldados profesionales y le robo su dotación.
Con la técnica de pisa suave los terroristas le quitaron la vida a los soldados Juan Padilla Marimon y Fabio Esteban Rojas. La información disponible indica que se trató de la Compañía María Eugenia Vega y Frente Capitán Mauricio.
Por su parte el Frente
38 de las FARC atacó en la vereda Tamacay, municipio de Tame, Arauca. Causó la
muerte al soldado Roberto Tarache.
En la vereda
Buenos Aires, municipio de Sardinata, Santander, la columna móvil Antonia
Santos de las FARC hirió dos soldados con artefacto explosivo improvisado.
Para el Presidente
Santos el asesinato y secuestro de soldados y policías hace parte de las reglas
pactadas con las FARC. Otros creemos que en nombre de la paz no se puede avalar
el crimen.
La sociedad colombiana debe movilizarse y el gobierno tener la
firmeza para hacerle entender a las guerrillas que no es con violencia que se
avanza a la paz, sino con la decisión irreversible de abandonarla. Decisión que
aún no existen en tales organizaciones.
No podemos permitir que vuelvan al pasado, cuando el gobierno de Uribe habia acabado con todas estas practicas. Tenemos que ponerle tatequieto al cobarde de Santos. Ya es hora que nuestro glorioso Ejercito tome cartas en el asunto y no le permitan a Santos acabar con la sacrificada labor de nuestros hombres. Alerta, despierte Colombia.
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