14 millones de colombianos marcharon el 4 de febrero de 2008.
La marcha del 9 de abril resultó ser escuálida y languida.
La marcha del 9 de abril resultó ser escuálida y languida.
RAFAEL GUARÍN
Semana.com
9 de abril de 2013
9 de abril de 2013
Para el 9 de abril la Marcha
Patriótica convocó una movilización con la bandera de la paz, el mayor sueño y
anhelo en Colombia. Todos, sin excepción, deberíamos participar, sino fuera
porque hace parte de una estrategia de engaño y de utilización de los
ciudadanos.
Primero, Marcha Patriótica ha
sido financiada “en buena medida por la organización terrorista de las FARC”,
según denunció en 2012 el Ministro de la Defensa. La Fiscalía General de la
Nación logró probar dicha financiación. Además, en noviembre pasado fueron
capturados 8 personas integrantes del grupo por ser miembros de las FARC.
¿Si no es por engaño, cómo se puede
acompañar una marcha en nombre de la paz y de las víctimas, cuando tras
bambalinas es promovida por los victimarios?
Segundo, prioridad en 2013 para
las FARC es enfatizar en la movilización social y la propia Marcha Patriótica
es la síntesis del trabajo efectuado durante más de una década por las FARC de
forma silenciosa, secreta y efectiva.
Alberto Pinzón, quien se
autodenomina, “como lo llaman los marxistas, personalidad democrática”, cercano
a Alfonso Cano durante los años universitarios, interprete e individuo
extremadamente cercano al aparato armado de las FARC, reveló en una conferencia
en Bélgica, organizada por la Marcha Patriótica, cómo se llegó al momento
actual. Según Pinzón, que sabe por qué lo dice, “las organizaciones sociales no
surgieron de la nada, … eso tiene un trabajo debajo, un trabajo paciente, muy
complejo, que ha sido obviamente desconocido”.
Trabajo que se ha realizado, de
acuerdo con sus palabras, por “dos aparatos clandestinos: uno, el Movimiento
Bolivariano por la Nueva Colombia y, dos, el Partido Comunista Clandestino”,
que “se volcaron a la movilización social. Abandonaron los cantos de sirena
electorales y se dedicaron a su trabajo social y hoy están cosechando
triunfos”.
Pinzón aclara: “Ahora no aparecen
los líderes ¿por qué?, pues porque es un movimiento clandestino. Qué nadie los
veía, qué nadie les decía, pues sí, porque era un movimiento clandestino”.
La narración se refiere a hechos
que se iniciaron en el año 2000 cuando en medio del proceso con la
administración Pastrana, Alfonso Cano, conformó dichas estructuras y les dio la
tarea de preparar lo que hoy se concreta en el aparato convocante de la marcha
del 9 de abril. No es irrelevante la coincidencia con la afirmación que hace
Andrés Gil, vocero de esa agrupación, en entrevista a El Tiempo: “Somos un
proceso que viene de hace 10 años. Somos 2000 organizaciones agrarias,
estudiantiles y populares. Nos encontramos el 20 de julio de 2010 en Bogotá, en
la conmemoración del Bicentenario de la Independencia”.
Respecto a esa “conmemoración” la
fuerza pública tiene información incautada en dispositivos electrónicos que contienen
las comunicaciones que demuestran que las FARC estuvieron detrás de su
organización, por ejemplo, en su zona, Alias Pablo Catatumbo con alias Leonel,
Matías y Pacho Chino coordinaron el apoyo a la movilización, en cumplimiento de
lo acordado con Jesús Santrinch e Iván Márquez. Al igual, están las
instrucciones de alias “Dario” (Alfonso Cano) y Timochenko.
¿Si no es por engaño, cómo ir a
una Marcha que es concebida y liderada clandestinamente por las FARC?
Tercero. La Marcha tiene un fin claro:
busca legitimar a las FARC y con ello a los crímenes y a la violencia como
medio válido de acción política en la democracia. Es avalar las masacres,
torturas, minas antipersonales, desapariciones y el reclutamiento de niños como
medios políticos. Pone en el mismo nivel a las instituciones del Estado y a los
delincuentes, al igual que a las víctimas y a sus victimarios.
¿Si no es por engaño, cómo
marchar para legitimar el crimen y a los victimarios?
Cuarto. La marcha es una típica
operación psicológica. Para cambiar la opinión mayoritaria que rechaza
impunidad, excarcelación y elegibilidad para los criminales de las FARC, se pretende
mostrar un falso apoyo a un proceso que busca precisamente conceder tales
gabelas beneficios. Es el pasaporte que faltaba para expandir a Colombia la
revolución bolivariana, un plan que se mantiene.
¿Si no es por engaño, cómo
marchar para validar un proceso de impunidad y elegibilidad para criminales?
Y quinto, el Presidente Santos
busca cabalgar sobre la paz para posibilitar su reelección. Ante la ausencia de
mandato para cambiar la Política de Seguridad Democrática por una que otorga
legitimidad al terrorismo, manipula el sueño de paz para justificarse y
mantenerse en el poder, al precio que sea, esto es, a una paz a cualquier
precio. Con ayuda de los grandes medios de comunicación, saldrán a decir que
con la marcha los colombianos le dieron tal mandato.
¿Si no es por engaño, cómo
marchar para permitir que se manipule a la opinión pública haciendo creer que
se le ha conferido un mandato a Santos, contrario al que se le dio en las
urnas?
Como si fuera poco, desde la
alcaldía de Gustavo Petro se pretende manipular para decir que la marcha es la
demostración de que la ciudadanía exige el “cese bilateral de hostilidades”, lo
que quieren las FARC, pues significa paralizar las operaciones militares y los
operativos de policía en su contra. Una oportunidad para fortalecerse militar y
políticamente.
Las FARC han reeditado su vieja
estrategia de combinación de todas las formas lucha, el “trabajo paciente”, al
que alude Pinzón, y no han tomado la decisión irrevocable de abandonar la
violencia. En ese contexto, la mejor forma de contribuir a la paz es decir no a
las FARC, como lo hicieron 14 millones de personas el 4 de febrero de 2008. Una
marcha por la paz debe ser una marcha contra el terrorismo y el crimen, no una
marcha para legitimar victimarios. ¡El 9 No! ¡Sí a la paz, No a las FARC!
*Ex viceministro de Defensa
Nacional.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario