El expersonero de Apartadó, abogado y columnista, escribe este dramático relato que revela la cara que se ha querido ocultar sobre la práctica del asesinato por la Unión Patriótica UP en algunas zonas de Colombia.
Zambrano es un reconocido crítico del Uribismo en su región.
HAGAMOS MEMORIA: ¿Y LAS VICTIMAS DE LA UP?
Eduardo Zambrano @EEZAMBRANO
Abogado
Ex personero de Apartadó
Por
estos días con algunos modestos actos se conmemoró lo que se ha denominado el
genocidio de la Unión Patriótica –UP-, partido político que surgió en el año de
1985 como resultado de los tímidos diálogos de las Farc y el gobierno de
Belisario Betancur.
En
un canal de la capital emitieron un especial titulado “Hagamos Memoria” donde
se recordaban a los 280 muertos de la UP que fueron asesinados por una alianza
de paramilitares, narcotraficantes y algunos miembros del Estado.
Me
llamó la atención el enfoque maniqueo del Canal dirigido por el señor Hollman
Morris donde se presentó a todos los miembros de la UP como unos pobres
angelitos que sirvieron de blanco de unos asesinos despiadados.
Bueno,
a decir verdad, los asesinos de los miembros de la UP eran despiadados, de eso
no hay duda. Nos dieron durante años una muestra a todo el país de lo que eran
capaces; la huella de su brutalidad está marcada con impronta de sangre en cada
rincón de este país y las víctimas ya no fueron sólo los de izquierda sino todo
el que no estuviera de acuerdo con sus postulados e intereses o los de sus
financiadores y allegados.
Por
otro lado, afirmar que todos los miembros de la UP eran unos pobres e ingenuos angelitos,
es una cosa que merece un análisis mas profundo. Frente a algunos trinos
retuitiados por el Canal Capital, me pronuncié en mi cuenta de Twitter
@EEZAMBRANO manifestando que “aunque eso no justifica el genocidio, muchos
miembros de la UP en Urabá eran milicianos de las Farc” y recordé también como
líderes de la UP nos invitaban en el colegio a “charlas” marxistas y a visitar
el campamento madre del V Frente de las Farc en Nuevo Antioquia para ver si nos
“enfilábamos”.
Y
es que “haciendo memoria” empieza uno a recordar a la gente buena de la UP que
creyó en que la democracia era la vía para llegar al poder, pero también
recuerdo a la numerosa gente de la UP que sólo quiso tener poder para asesinar
a quienes se opusieran a sus postulados marxistas y fortalecer la combinación
de las formas de lucha, política y armada.
Como
demócrata y apegado a la civilidad debo rechazar el asesinato de la gente de la
UP que no creía en la lucha armada y que murieron en asesinatos sistemáticos e
indiscrimados, pero así mismo debo rechazar el asesinato de gente buena que por
los motivos más bobos fueron masacrados por los camaradas de la UP que andaban
armados y se refugiaban en investiduras públicas como inspectores, funcionarios
y servidores públicos en general. No cito nombres para no abrir heridas pero
aquí en Urabá sabemos quienes eran.
Los
líderes de la UP, del Partido Comunista Colombiano –PCC- y de las Farc,
creyeron inicialmente que por la vía política podían llegar al poder a través
de la UP y luego sostener los cambios revolucionarios con las armas de las Farc.
Una
vez en los años 80´s, viajando por la trocha de Apartadó a Medellín, más allá
de Dabeiba, caímos en un retén “comercial” de las Farc en el cual no nos
dejaban ir hasta que el Ejército no “viniera” por nosotros. Escuchando
vallenatos alusivos a alias Tirofijo y discursos marxistas, le pregunté al
comandante guerrillero de esa célula del frente 34 o 58 de las Farc que en
Bogotá cómo funcionaban y me dijo que para entrar a las Farc en Bogotá no era
sino ir a la carrera 16 con calle 32.
Unos
años después me reía recordando ese retén mientras entraba a la flamante e
histórica sede el Partido Comunista Colombiano en la carrera 16 con calle 32 de
Bogotá cuando universitarios de las Juventudes Liberales hicimos un acuerdo con
los del partido comunista para nombrar junta directiva de una asociación
nacional de estudiantes universitarios en contra de los camaradas del MOIR que
siempre han querido apoderarse de los cuadros directivos de este tipo de
asociaciones.
En
1990 con la muerte de Bernardo Jaramillo Ossa a quien la línea dura de la UP y
del Partido Comunista encabezada por Manuel Cepeda señalaban de “reformista
perestroiko”, las Farc se alejan definitivamente de cualquier aspiración de
alcanzar el poder por la vía política y apelan a la supremacía de las armas
invitando a la UP y al PCC a tomar las armas y señalándolos de ingenuos.
A
pesar de ese distanciamiento, los camaradas de la UP y del PCC nunca han
rechazado la combinación de las formas de lucha y nunca han reprobado ninguno
de los actos terroristas e indiscrimanos de las Farc. Algunos miembros del PCC,
por el contrario asumen como voceros políticos no oficiales pero tampoco
desautorizados de la guerrilla de las Farc.
Hoy
se sabe perfectamente que en los asesinatos de los miembros de la UP
participaron narcotraficantes, paramilitares y miembros del Estado, que ya fue
condenado por ello. Sin embargo debemos “hacer memoria” y no olvidar a las
víctimas de la UP que nunca han tenido ni verdad ni reparación y se disuelven
en la indiferencia del olvido de todos. HAGAMOS MEMORIA CAMARADAS!
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