viernes, junio 04, 2010

DE LA EMOCIÓN A LA RAZÓN

EL NUEVO HERALD - Miami - 2 de junio de 2010
By RAFAEL GUARIN

Hace 35 días Antanas Mockus superaba en las preferencias electorales a Juan Manuel Santos. Su vertiginoso ascenso en las encuestas permitió pensar que podía incluso ganar en la primera vuelta. Avanzaba sin apremio, consentido por los medios de comunicación nacionales, en una ola de opinión que anunciaba convertirse en un tsunami que acabaría con el establecimiento político. Los ciudadanos estaban comprando un discurso seductor basado en explotar la innovación, condenar la corrupción y la política tradicional. El típico outsider.

La ola en realidad era un globo inflado a punta de emociones. Mockus gustaba, pero no se conocía su pensamiento, menos si estaba realmente preparado para gobernar o cuáles eran sus propuestas para conducir el país. Muchos, por ejemplo sectores de izquierda, lo seguían convencidos de cosas que realmente no representaba el candidato. Con el primer traspié se pinchó el globo y los ciudadanos comenzaron un lento proceso que los llevó de la emoción inicial a la reflexión.

El cambio de los electores resultó de la combinación de varios factores. Primero, los monumentales errores de Mockus. Una cadena de contradicciones y correcciones en temas sensibles acabaron con la emoción, hicieron perder la confianza y desilusionaron parte del electorado que había conquistado. En un país donde cerca del 70% de la población considera positiva la gestión de Alvaro Uribe sólo contemplar la posibilidad de su extradición resultaba fatal. Lo mismo sucedió con su declaración de ``admirar algunos aspectos de Chávez''. Los colombianos no olvidan el apoyo del mandatario venezolano a las Farc y sus permanentes agresiones. Algo similar ocurrió con la confesión de ser escéptico, cuando se le preguntó si creía en Dios.

Pero no fue sólo eso. Mientras Santos le dio un revolcón a su campaña para enfrentar un escenario para el cual no estaba preparado, el Partido Verde mantuvo incólume su estrategia. Presa de cierto triunfalismo, esa campaña creyó en exceso en la capacidad de movilización de las redes sociales, especialmente Facebook, y redujo su mensaje a tres principios generales que casi todo el mundo comparte: defensa de la vida, no todo vale y lucha contra la corrupción.

El ajuste de Santos dio resultado. Atendió los consejos del estratega venezolano J. J. Rendón, concentró su mensaje en generar oportunidades de trabajo y apuntó al uribismo. En vez de hablar de generalidades, planteó respuestas inmediatas a los problemas ciudadanos. A cambio de teorizar en los debates y en las propagandas de televisión, presentó propuestas claras y concretas.

El tercer factor que explica los resultados es el enorme peso del liderazgo de Alvaro Uribe. A pesar de los graves y muy delicados escándalos de corrupción que marcan el final del gobierno, el presidente sale con importante reconocimiento de la gente. Si no fuera porque los partidos uribistas se dividieron, Juan Manuel Santos hubiese ganado en la primera vuelta.

El llamado del presidente para ``mantener el rumbo'' y su pública simpatía por Santos fueron definitivos. Superada la ola de emoción, los ciudadanos recibieron el mensaje de Uribe de no retroceder a un pasado marcado por la inseguridad, las masacres, la anulación de la libertad, la penuria y el control de los grupos armados ilegales de amplias porciones del territorio. Junto a esto, las propuestas económicas y sociales de Santos, las contradicciones y la manifiesta ineptitud del aspirante verde en los debates de la última semana, completaron los elementos para que los ciudadanos tomaran una decisión.

Los perdedores no son únicamente el Partido Verde. También Hugo Chávez. Los electores le tiraron la puerta en la cara al decir NO a su estrategia de someterlos por miedo, advirtiendo una guerra si se elegía a Santos. Queda nuevamente notificado el teniente coronel que la revolución bolivariana nada tiene que hacer en Colombia.

Los otros derrotados, además de las empresas encuestadoras y los viejos partidos liberal y conservador, son los grandes medios de comunicación. Se la jugaron toda a favor de Mockus, lo inflaron artificialmente, mientras impugnaban a Santos. Tan importantes periodistas harían bien si leen la famosa frase de Bernard Cohen (1963): la ``prensa no tiene mucho éxito en decir a la gente qué tiene que pensar, pero sí lo tiene en decir a sus lectores sobre qué tiene que pensar''.


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