La movilización cafetera de los últimos días ha puesto en jaque al gobierno Santos. La reivindicaciones justas de los campesinos y propietarios de pequeñas parcelas dedicadas al café ha roto el bloqueo mediático del gobierno:
Los cafeteros están quebrados, se quejan porque pasan hambre y están cansados de reclamar al gobierno y a la Federación Nacional de Cafeteros respuestas.
Algunos infiltrados, seguramente de las FARC, han empañado las jornadas. Los cafeteros deben proteger su derecho a la protesta de quienes quieren emplearla para efectuar acciones violentas. Es indispensable que los denuncien a las autoridades.
La legitimidad de la movilización no se puede dejar afectar por un puñado de criminales.
Muy importante la lección que dan los cafeteros. Es movilizándose que se deben levantar las reivindicaciones justas.
El país enfrenta un grave problema en el campo, pero no es que la narrativa fariana quiere hacer creer. Es el de la clase media campesina y los trabajadores que están quebrados. Los problemas no sólo en el café sino respecto a otros productos, como la leche, que en conjunto son una bomba de tiempo.
El gobierno no debe seguir evadiendo los problemas, sino resolverlos. No más pañitos de agua tibia mientras la gente muere de hambre.
Mala pedagogía, mala enseñanza, malas lecciones deja el gobierno cuando negocia en medio de masacres la agenda del país con el terrorismo al tiempo que con displicencia trata a los campesinos que por las vías democráticas buscan que se escuchen sus reclamos.
La justicia del reclamo de los cafeteros queda demostrada en la infiltración de las Farc, con su secuela de hechos violentos, y con el intento de división que hace el Gobierno Santos, al sentar a conciliar a algunos personajes -al parecer no muy conocidos por el grueso de los campesinos unidos al paro-. Mientras, Santos diáloga en Cuba con los violentos guerrilleros, apalea a pacifícos cafeteros en Colombia.
ResponderBorrar