Foto: www.anncol.eu |
Carlos Medina Gallego es profesor de la Universidad Nacional y una de las personas que desde la academia más ha estudiado los temas relacionados con los grupos terroristas FARC y el ELN.
A pesar de ser un escrito que cae en la retórica de amigos y enémigos de la paz, con lo que esto implica, aporta algunos elementos sobre lo que en concepto del autor ocurre al interior de las FARC.
Publicado el Miércoles, 19 Diciembre 2012
Escrito por Carlos Medina Gallego
http://www.camega.org
Una
nueva dinámica adquirió el conflicto armado en el país durante el 2012
en los aspectos militar y político, generando un punto de inflexión, que
hoy en medio de un optimismo moderado y un escepticismo extremo,
adquiere forma en la dinámica con que se vienen desarrollando la mesa de
conversaciones de la Habana, entre el gobierno Nacional y las FARC-EP.
Un balance sobre lo ocurrido durante el año ayuda a entender las razones
por las cuales, gobierno y guerrilla, deciden contra todo pronóstico iniciar de manera tan temprana, en la administración Santos, acercamientos discretos y conversaciones.
Quisiera
desarrollar en este artículo tres ideas centrales: 1. La ofensiva
militar desarrollada por la fuerza pública a través de la política de la
seguridad democrática, inicialmente, y luego, con los ajustes que ésta tuvo en el modelo de la seguridad para la prosperidad del presidente Santos, le proporcionaron al Estado Colombiano una victoria táctica sobre la insurgencia de las FARC, pero no lograron, a pesar de la importancia de la misma, consolidar una victoria estratégica que hicieran efectivo el anunciado fin del fin
de la confrontación, por la vía militar, destruyendo la capacidad
operativa y organizativa de la insurgencia. 2. Las FARC vieron
transformarse la modalidad táctica y operativa de la fuerza pública y
sintieron estremecer sus estructuras organizativas y de mando en una
ofensiva que modifico sustancialmente la correlación de fuerzas en el
campo militar y transformó en lo esencial las lógicas organizativas y de
autoridad interna, así como su modelo de operatividad. 3. El inicio de
las conversaciones representa para las FARC una victoria táctica en el campo político frente al gobierno y, para este, una apuesta a la consolidación de la victoria militar estratégica en el escenario político. La guerra vuelve a asumir su forma política.
- Victoria táctica sin consolidación estratégica.
Comencemos
por formularnos unas preguntas orientadoras: ¿cuál es el estado actual
de la guerra que “obliga” a las partes a pensarse en términos de un
proceso de solución política al conflicto armado?; ¿Por qué el gobierno
del presidente Santos, desiste de la idea de la victoria militar sobre
la insurgencia y decide establecer relaciones y conversaciones con la
FARC-EP colocando todo su capital político y su posible reelección, en
ese proceso?; ¿En qué estado se encuentran las FARC-EP que resuelven
atender el llamado del gobierno nacional de explorar una camino de
solución política para el conflicto?
Existen
distintas explicaciones a estas preguntas; las que acá se dan son el
resultado de los trabajos de investigación y seguimiento que hacemos al
conflicto armado desde el Grupo de Investigación en Seguridad y Defensa
de la Universidad Nacional de Colombia, que se ha dedicado en los
últimos años a estudiar cada uno de los actores armados y las dinámicas
propias del conflicto colombiano.
Lo que nos está mostrando la investigación y los análisis es que el conflicto se encuentra en un punto de inflexión importante en el cual los actores deben tomar decisiones transcendentes,
relacionadas con sus proyectos políticos estratégicos y los mecanismos y
medios para alcanzarlos: la guerra ha llegado a un lugar en donde las
partes han entendido que no se van a derrotar mutuamente, que ninguno va
a alcanzar la victoria definitiva sobre su adversario y que,
intentarlo, significa conducir al país a un siglo más de guerra, con un
agravante: ni social, ni política, ni económica, ni militarmente el país
aguanta un periodo más largo de confrontación, con un alto costo en
vidas, desarrollo, inversión social y democracia.
La
idea de la victoria definitiva sobre la insurgencia ha cedido terreno
durante la administración Santos, porque este ha visto llegar a su
agotamiento los logros de la política de seguridad democrática y de la prosperidad.
Sus estadísticas han comenzado a mostrar un creciente reactivamiento de
la capacidad operativa de la insurgencia, como resultado de los
aprendizajes que han adquirido para confrontar las nuevas modalidades
operativas en los campos de la inteligencia militar y técnica y, el
combate aéreo.
Con
el comparativo de hechos, vemos que entre enero y octubre del 2012 no
hubo un solo mes en donde los actos de guerra de la insurgencia no
hubiesen superado los realizados en el año anterior; comienzan a
disminuir cuando se hacen públicas las conversaciones y seguramente
llegaran a su punto más bajo de parangón por la decisión unilateral de
las FARC-EP, de hacer un cese al fuego a partir del 20 de noviembre y
hasta el 20 de enero de 2013.
Entre enero y octubre, en las estadísticas de logros
del Ministerio de Defensa se reporta un incremento de las acciones de
la insurgencia en un 53%, en relación con el año inmediatamente
anterior. Esto significa que se paso de 472 acciones de guerra, para el
este periodo en el 2011 a 716 acciones en el 2012. Las estadísticas
oficiales igualmente muestran un incremento de las acciones de la
insurgencia contra la infraestructura y en particular contra la
industria petrolera, la que vio afectar sus oleoductos con 142 acciones
en el 2012, en relación con los 52 atentados del año anterior, lo que
representa un crecimiento de 173%.
Los
partes de guerra de las FARC-EP informan de las acciones de
hostigamiento, sabotaje, ataques a patrullas del ejército y la policía,
voladura de oleoductos, detonación de minados, prácticas de
francotiradores, maniobras antiaéreas, entre otras acciones de guerra,
desarrolladas por las estructuras de los Bloques Sur, Alfonso Cano,
Jorge Briceño, Magdalena Medio, Martin Caballero y sus correspondientes
columnas móviles, en los departamentos de Arauca, Meta, Vichada,
Guaviare, Putumayo, Caquetá, Nariño, Cauca, Valle del Cauca, Huila,
Tolima, Cundinamarca, Antioquia, Santander, Norte de Santander, Guajira y
Bolívar, con distintos grados de intensidad e incidencia. Los reportes
muestras que la mayor intensidad del conflicto se localiza en el
sur-occidente del país, en Nariño y Cauca, que se han convertido en el
laboratorio de guerra de las FARC-EP.
Las
estadísticas oficiales muestran una variación significativa en los
resultados de las acciones de la fuerza pública en los indicadores de la
confrontación; disminuyeron las desmovilizaciones en un 28%, pasando de
1.314 entre enero-octubre de 2011 a 943 en el mismo periodo en el 2012;
las capturas y los muertos en combate apenas crecieron ligeramente
durante el presente año en un 18% y 11%, respectivamente. La situación
de las Fuerza Pública en términos de bajas, si bien mejoro, no deja de
ser preocupante, durante el 2012, entre soldados, policías, oficiales,
suboficiales arrojo como resultado 336 muertes en cumplimiento del
servicio y, dejo 1.983 bajas vivas (heridos), de los cuales 211 producto
de minas antipersonales y explosivos abandonados que afectaron
igualmente a 151 civiles. En general, el incremento de bajas vivas fue
del 9% en comparación con el año anterior.
La
fuerza pública también ha tenido que enfrentar una creciente presión
jurídica como consecuencia de las formas “anómalas” de las operaciones
militares que afectan profundamente la situación de derechos humanos y
el derecho internacional humanitario, lesionando gravemente los derechos
de la población civil; los falsos positivos, son solo una de las muchas formas anómalas
que han colocado a oficiales, suboficiales, soldados y policías frente a
los tribunales y en las distintas cárceles militares y administrativas
del país. Se dice, por parte de los organismos de derechos humanos, que
se adelantan más de 1850 procesos contra miembros de la fuerza pública
que involucran a más de cuatro millares de militares. Es tal vez de esta
situación crítica que surge la idea de la ampliación del fuero
militar.
En
síntesis, lo que se nota es que hay un claro reactivamiento de la
capacidad operativa de la insurgencia, que hace evidente los
aprendizajes en la confrontación militar y la puesta en práctica de
nuevos laboratorios de guerra en el suroccidente, centro y oriente del
país.
Sin
embargo, la mayor preocupación que existe en el desarrollo de la
confrontación por parte del gobierno, no solo son los resultados
obtenidos que comienzan a precarizarse en la relación costo-beneficio,
sino los limites de crecimiento y modernización que enfrenta el sector
de la defensa en materia presupuestal para el manejo de la economía de
la seguridad. De continuarse la guerra, esta aumentara, sin mayores
resultados definitivos, los costos y el mantenimiento del conflicto a un
sacrificio cada vez mayor del presupuesto destinado a inversión social.
Existe
una nueva percepción de los altos mandos de la fuerza pública en
relación con el conflicto armado; sectores importantes de la institución
militar han contemplado la idea de la necesidad de encontrar una salida
negociada. Hay una tácita aceptación de la imposibilidad de la victoria
militar estratégica. Esto no significa que su discurso y práctica de
guerra contra la insurgencia no mantenga el vigor que adquirió en los
últimos años. Resulta saludable para el país, la actitud asumida por la
fuerza pública en relación con el proceso en curso del gobierno con las
FARC-EP, así el Ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón Bueno, mantenga
su radicalidad verbal frente a los medios cada vez que la fuerza pública recibe un golpe.
Ningún
analista se atrevería a decir hoy que los esfuerzos realizados por el
gobierno nacional y la fuerza pública contra la insurgencia no han sido
exitosos y cambiaron significativamente la correlación de fuerzas en la
confrontación armada; pero, son muy pocos los que se arriesgan a decir
que se puede alcanzar la victoria militar definitiva contra las FARC-EP
y persisten obstinadamente, en llevar el país a una nueva guerra
augurándole un estruendoso fracaso al proceso de la Habana. El gobierno
nacional parece haber entendido que el desarrollo superior de la guerra
está en el escenario político y es allí donde se alcanza la victoria
estratégica de una paz duradera y estable para el país y le ha apostado a
ello.
- Las FARC-EP : de mandos verticales a direcciones colectivas
Uno
de los mayores avances que tiene un ejército en el desarrollo de la
guerra es saber exactamente cuál es su situación en relación con la
dinámica de la misma y tomar las decisiones pertinentes para superar las
adversidades y garantizar el logro de sus propósitos en la justa
proporción que le posibilita la confrontación.
Las
FARC-EP han reconocido la capacidad de su adversario, han aceptado la
dureza de los golpes recibidos, han ajustado sus estructuras de mando y
organización a las nuevas modalidades de combate que están enfrentando y
han hecho los aprendizajes de guerra a un costo altísimo en vidas y
experiencias de conducción.
Diez
años de confrontación, con grandes pérdidas en hombres en una modalidad
de guerra en donde la mayor parte de los muertos nunca entra en combate
y donde dirigentes históricos desaparecieron bajo el accionar de la
fuerza pública, obliga a la organización a desarrollar una reingeniería
organizativa, militar, política y social para poder sobrevivir a la
ofensiva y colocarse en un lugar de no aniquilamiento y re-oxigenación.
Ese aprendizaje, las FARC-EP, lo hace en un ambiente de deslegitimación
nacional e internacional agenciado por el gobierno anterior y actual,
con ayuda de los medios de comunicación y, en parte, por su propio
comportamiento erróneo.
Pero
la ofensiva institucional no solo obliga a la organización a hacer las
transformaciones y ajustes organizativos y tácticos para enfrentarla,
sino que origina un nuevo orden de legitimidades en la conducción de la
misma, que se comienza a notar durante la comandancia de Alfonso Cano y se evidencia en la actual comandancia de Timoleón Jiménez.
El régimen de autoridad se transforma; la estructura de mando vertical
que prevaleció durante la hegemonía de Manuel Marulanda y habían podido
sostener enfoques tradicionales como los de Reyes y Briceño,
llega a su fin con la desaparición de éstos; la nueva generación de
mando se coloca frente a la organización con un orden de legitimidades
mas horizontal, donde si bien, se respeta la estructura de mando
jerárquico, la dirección de las FARC-EP se hace más colectiva, porque
las cabezas visibles se hacen equivalentes y no resulta sencillo, dar
órdenes a un similar sin correr el riesgo de que se fracture la relación
mando-obediencia y se produzca una federalización de la organización.
Para decirlo de manera directa, todas las cabezas visibles del Secretariado se
encuentran en la misma línea de legitimidad y se consideran en una
relación de iguales. En esta guerrilla se ha producido el paso de mandos
verticales a mandos colectivos por el fenómeno de horizontalización de
legitimidades...
Esta situación de dirección colectiva
genera una nueva dinámica en la organización en la cual empiezan a
expresarse matices, diferencias de enfoque e incluso contradicciones sin
que por ello se produzcan rupturas, pues en su conjunto la dirigencia
entiende la fortaleza de la organización en su cohesión interna, pero
debe ensayar nuevos modelos de relacionamiento democrático, de acuerdos y
consensos. En estas condiciones, un valor agregado del proceso, es que
la dinámica política se viene imponiendo sobre la militar.
Las
FARC-EP se están transformando realmente, a su interior se están
produciendo innovaciones organizativas, convergencias unitarias, nuevos
imaginarios políticos, direccionamiento y disciplinamiento social y
político de sus bases, unidos a una relativa ortodoxia política
y a un profundo pragmatismo político y operativo en el marco de un
nuevo enfoque táctico que sitúa al centro la acción política.
En los últimos meses del 2011 y durante el primer semestre del 2012, la organización logra ubicarse en un lugar lo suficientemente seguro
como para tomar la decisión de involucrarse en un proceso de paz, que
guardando todas las reservas que se quiera, les pude permitir argumentar
que el conflicto se encuentra en un empate positivo en el cual las partes se pueden dar cita para conversar sobre un acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera.
- El Acuerdo General un reflejo de la correlación de fuerzas en la guerra
La
etapa de acercamiento discreto, la elaboración de una agenda y el
inicio de un proceso de conversaciones resulta para ambas partes una victoria política y la expresión de ese empate positivo,
el que hay que entender, no como la equivalencia en la correlación de
fuerzas en el campo militar, sino como la confluencia de circunstancias,
propósitos e iniciativas en el escenario político en torno a un interés
común: la PAZ.
Entre
el 23 de Febrero y el 26 de Agosto de 2012, comisiones del gobierno
nacional y de las FARC-EP, se reúnen en la Habana con la participación
de los gobiernos de la República de Cuba y Noruega como garantes y, el
apoyo del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, como
facilitador de logística y acompañante. De esa fase exploratoria sale el Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera
que dota al proceso de un manifiesto de voluntades, agenda de
conversaciones y reglas de funcionamiento básicas, que el gobierno y
FARC-EP, dan a conocer ampliamente al país.
El18 de Octubre del 2012 se da la instalación formal de la Mesa de Conversaciones en
Oslo, Noruega, con la intervención del representante de la delegación
del Gobierno de Colombia, Humberto de la Calle Lombana y, el jefe de la
delegación de las FARC-EP, Iván Márquez. Los discursos plantean lo que
tenían que decir y van dirigidos a distintos auditorios para llenar de
confianza el proceso y de seguridad a la nación. No obstante, las
posturas extremas de inmovilidad absoluta de los modelos y de cambios
absolutos de las estructuras, los discursos y las ruedas de prensa lo
que reflejan son las razones del conflicto y las urgencias de su
superación.
En
el caso de las FARC-EP, el discurso de Iván Márquez, se dirige a la
comunidad internacional para posesionar el carácter político y
revolucionario de la organización, al país para señalar las razones y
los retos del conflicto y a sus propias militancias para disipar
inquietudes y fortalecer la cohesión organizativa interna. La
intervención del Gobierno, no es por diplomática menos radical, en
particular su defensa irrestricta de los modelos económico y de
seguridad. Pero más allá de esos discursos que fueron lo que tenían que
ser, esta la agenda de conversaciones que
constituye un acuerdo político sin precedente, con un alto grado de
racionalidad y pragmatismo político que refleja en profundidad, la
correlación de fuerzas de la confrontación militar.
Siete
meses de conversaciones preliminares en más de medio centenar de
reuniones van depurando el Acuerdo General, no solo en su contenido y
alcances, sino en el sentido de cada uno de sus términos, de tal forma
que el mismo adquiere la justa dimensión de los intereses de las partes
como reflejo de las posibilidades reales de lo que el estado del
conflicto les permite. El acuerdo es el término medio necesario en el
cual Gobierno y FARC-EP, ceden hasta quedar tranquilos, sin haber
quedado satisfechos, pero con la certeza de no haber renunciado a los
principios esenciales y haber puesto por encima el interés supremo de la
paz.
El
Acuerdo General recoge las experiencias y aprendizajes de los procesos
anteriores dados entre Agendas Abiertas y Cerradas y conversaciones en
medio del conflicto. Tiene un punto de agenda abierta que busca
englobar la solución de los problemas estructurales del conflicto
articulado al desarrollo agrario y cinco puntos de agenda cerrada
relacionada con la terminación del conflicto y la normalización
institucional y política del mismo.
El
acuerdo contiene la totalidad de la agenda social y reivindicativa de
las FARC-EP, desde el programa agrario del 1964, acompañado por una
propuesta de ampliación y profundización de la democracia política,
unido al plan desarrollo del gobierno Santos y la responsabilidad del
estado de atender los derechos de las víctimas. Es un acuerdo
pragmático, que surge en marco de una realidad nacional e internacional
que favorecen la finalización del conflicto armado.
La
sociedad colombiana tiene que hacerse a la idea de las posibilidades
reales de este proceso y no llenarse de expectativas que posteriormente
conduzcan a desilusiones colectivas. La mesa de conversaciones de la
Habana no es una mesa de negociaciones. Allí de lo que se trata es de
establecer acuerdos políticos lo suficientemente claros y
asumidos como compromisos para que tengan curso en la definición de una
política pública reformista, adquieran la forma de leyes y decretos,
planes y programas de desarrollo y, proyectos productivos y de
bienestar. Un acuerdo que contribuya a la profundización de la
democracia y a la convivencia política y social, sin las incertidumbres y
zozobras que actualmente vive la población.
Todos
los procesos se mueven entre la esperanza y el escepticismo, la primera
tiene que sobreponerse al segundo, los amigos de la paz a sus enemigos,
el interés público general al particular.
La
fortaleza del gobierno se mide en su convicción para sacar adelante el
proceso, sin sentir que está renunciando a nada y sin atender la
retorica opositora que sindica al gobierno de estar entregando lo
logrado y claudicando ante la subversión. La de las FARC-Ep en entender
el momento histórico y adoptar las decisiones correctas para mantener en
alto sus banderas sin renunciar a su conquista en el camino de las
revoluciones democráticas.
Un
proceso de paz exitoso es aquel que se da en el marco de un cortejo de
seducción política en el cual las partes terminan enamorados del
propósito común de la paz trabajando juntos; es un acuerdo para la
reconciliación y la convivencia pacífica en un universo de
transformaciones democráticas.
Lo peor que le podría pasar al país, es que cada una de las partes tuviese un PLAN B.
CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente – Investigador
Universidad Nacional de Colombia
Grupo de Investigación en Seguridad y Defensa
No hay comentarios.:
Publicar un comentario