Iván Márquez, cabecilla de FARC, con Piedad Córdoba |
Las "muestras de voluntad de paz" de las FARC solo anuncian el recrudecimiento de la violencia, nuevas masacres, más desplazamientos y violación a los derechos humanos.
El vocero de la delegación de ese grupo que adelanta conversaciones con el gobierno Santos dijo con claridad que no se ampliará el periodo respecto del cual habian decidido detener sus acciones violentas. Iván Márquez indicó:
"No habrá extensión del cese unilateral del fuego. Hasta ahora no hemos contemplado esa posibilidad. Solamente estaría dentro de las posibilidades la firma de un cese del fuego pero bilateral, si el Gobierno estima que es procedente esta medida”
En otras palabras, llegado el 21 de enero las distintas estructuras de las FARC reiniciaran los ataques contra la infraestructura, la población civil y la fuerza pública.
A pesar de que se han presentado ataques que han costado la vida a policías y soldados, lo cierto es que se redujeron drásticamente el número de acciones del grupo guerrillero a partir del 20 de noviembre pasado.
La estrategia de las FARC es evidente: buscan un cese bilateral de hostilidad mediante maniobras de movilización y presión política al gobierno, al tiempo que, luego de promocionarse con un "cese unilateral", arreciarán con atentados terroristas.
Para el Secretariado se trata de legitimarse como los partidarios de la paz, mientras que procuran dejar al gobierno como el responsable de la guerra, por no ceder a las pretensiones de las FARC.
¿Por qué insistir tanto en un cese bilateral?
Por razones políticas y militares enmarcadas dentro del Plan Estratégico de toma del poder, que guia cada paso de la organización.
En lo política significaría la firma de un primer acuerdo entre las "fuerzas beligerantes", lo cual contribuye a la consecución del estatus de beligerancia que reclaman. Aunque se diga que se trata de una figura anacrónica, eso poco importa, lo relevante es que para FARC hace parte de su estrategia.
Y en lo militar, porque un cese bilateral significa detener las operaciones militares y los operativos de policía en su contra. Un situación similar se pactó en los años ochenta. La guerrilla empleó la figura para multiplicar sus frentes y aumentar el número de sus integrantes hasta 550%, entre 1982 y 1990.
Ante la ola de acciones violentas que se vienen los ciudadanos debemos rodear a la fuerza pública y movilizarnos activamente en rechazo al crimen. No es "comprendiendo" o "justificando" a las FARC que se logrará la paz, es repudiando absolutamente su accionar y exigiendo el abandono absoluto de la violencia.
Aunque algunas fuentes me indican que el gobierno tiene en sus planes el cese bilateral de hostilidades, esperemos que no tome una determinación de ese tipo sin que haya culminado la segunda fase del proceso y sin la previa decisión pública, irreversible y verificable de las FARC de desmovilizarse y deponer las armas.
Esperemos que el Presidente Santos no actúe con la misma ligereza en esto que la que tuvo para reformar la constitución para garantizar impunidad a los miembros de la guerrilla, por sus crímenes atroces.
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