miércoles, enero 09, 2013

Marcos Peckel: Tres amigos

El Airbus 340 de Conviasa despegaba de Maiquetía los sábados al atardecer. Tras 14 horas de vuelo aterrizaba en Damasco y tras otras tres arribaba a su destino final, Teherán. Sobre este vuelo se han tejido todo tipo de rumores: que transportaba uranio venezolano a Irán y mercancías para circunvenir las sanciones, que de regreso traía terroristas de Hizbolá y asesores militares iraníes.

Este vuelo, suspendido temporalmente, unía a tres líderes, Bashar al Asad, Hugo Chávez y Mahmud Ahmadineyad, que al final de este año muy seguramente no estarán al frente de sus países. Tres protagonistas de primera línea de los acontecimientos globales en los últimos años.

Ahmadineyad debe entregar el poder, al cual accedió en su segunda oportunidad a través del fraude en las elecciones de 2009, a quien resulte vencedor en las presidenciales en junio. La oposición fue aniquilada, sus líderes encarcelados y los candidatos, entre los que se incluye el expresidente Rafsanyani, son de las entrañas de la república islámica.

En Siria, éste debe ser el año en que Al Asad finalmente caiga, ya sea muerto o exiliado, dejando al país en ruinas físicas y sociales, comenzando un incierto y muy complejo proceso de transición hacia lo desconocido. Y el arquitecto de esta triple alianza, el teniente coronel Hugo Chávez, convalece en La Habana sin que al sol de hoy se sepa si se va a posesionar por cuarta vez en la presidencia de Venezuela y menos aún si concluirá el 2013 en Miraflores.

Aunque la relación entre Caracas y Teherán es de vieja data, fue con estos dos demagógicos líderes que alcanzó trascendencia global, por la alianza entre el izquierdista y el islamista contra el “imperialismo”, ambos apoyando además al genocida enjaulado en Damasco. Tres líderes cuya caída tiene efectos geopolíticos globales y regionales.

Irán sufre el peso de fuertes sanciones económicas por su programa nuclear y sus exportaciones petroleras han caído en picada junto con su moneda. Compleja coyuntura que el nuevo mandatario tendrá que enfrentar, con la siempre presente amenaza de un ataque militar. Sin embargo, son posibles un cambio en la incendiaria retórica de Ahmadineyad de negar el Holocausto y destruir a Israel y un acuerdo diplomático con Occidente por el programa nuclear.

La guerra en Siria ya se regionalizó con Irán apoyando desesperadamente a Al Asad, mientras que el eje suní de Turquía, Arabia Saudita, Qatar y Egipto apoya a los rebeldes. La caída de Al Asad intensificará más aún la inestabilidad regional afectando a Líbano, Irak, Jordania e Israel.

El ocaso de Chávez, que no del chavismo, dejará a la Alba sin un líder del carisma y la estatura del teniente coronel, posiblemente disminuirá la intensidad del enfrentamiento patriota con Estados Unidos y creará preocupación “de orfanato” en La Paz y Managua, amén de otros efectos.

 




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